El día martes 2 de mayo me dispuse a dormir. Antes de hacerlo oré al Señor y le pedí que me guiara. Sentía un desánimo interior. No sabía lo que bebía hacer. Estaba tratando de entender lo que estaba sucediendo. Cuando logré conciliar el sueño, en mi mente apareció la imagen de la reunión que tuvimos en el comedor de la institución con todos los maestros de escuela sabática, ancianos de iglesia, dirigentes de la actividad misionera y el pastor Luís Jerez.
El hermano Acosta inició la reunión y estaba explicando el motivo de nuestro encuentro. En un momento del diálogo y antes de entrar de lleno al tema central de la reunión el hermano Hugo Cáceres pidió la palabra, pues quería contarnos un sueño:
“En el sueño, yo observaba que un alumno de nuestra universidad que no era adventista, estaba cumpliendo un requisito de una asignatura. Tenía que disertar sobre un tema. El alumno escogió su tema y decidió exponerlo en pleno centro de la ciudad. El joven, en absoluto silencio, comenzó a instalar una serie de trípodes con letreros que contenían breves palabras que reflejaban los pecados y luchas que tienen las personas. Cuando terminó de instalar los trípodes, se dirigió a sus compañeros y profesores y les pidió que silenciosamente se ubicaran en filas delante del letrero que reflejaba sus luchas y pecados actuales”.
En mi sueño, mientras el hermano Cáceres hablaba, yo también veía la escena. “Nadie se animaba a ubicarse delante de los letreros. Por lo tanto, el joven que estaba disertando, dijo las siguientes palabras: Les estoy hablando en serio. Muestren su verdadera realidad. ¿A quién quieren engañar? Sólo vengan y ubíquense delante del letrero que representa su pecado y sus luchas actuales. Las personas comenzaron a tomar ubicación uno tras otro”.
“En el sueño, yo observaba que un alumno de nuestra universidad que no era adventista, estaba cumpliendo un requisito de una asignatura. Tenía que disertar sobre un tema. El alumno escogió su tema y decidió exponerlo en pleno centro de la ciudad. El joven, en absoluto silencio, comenzó a instalar una serie de trípodes con letreros que contenían breves palabras que reflejaban los pecados y luchas que tienen las personas. Cuando terminó de instalar los trípodes, se dirigió a sus compañeros y profesores y les pidió que silenciosamente se ubicaran en filas delante del letrero que reflejaba sus luchas y pecados actuales”.
En mi sueño, mientras el hermano Cáceres hablaba, yo también veía la escena. “Nadie se animaba a ubicarse delante de los letreros. Por lo tanto, el joven que estaba disertando, dijo las siguientes palabras: Les estoy hablando en serio. Muestren su verdadera realidad. ¿A quién quieren engañar? Sólo vengan y ubíquense delante del letrero que representa su pecado y sus luchas actuales. Las personas comenzaron a tomar ubicación uno tras otro”.
Yo oía la voz del hermano Cáceres que decía:
“Yo veía que delante de los letreros se ubicaban personas que tenían esos pecados y luchas”.
Al momento, la imagen vuelve al comedor y veo el rostro de gran asombro de cada hermano presente. El hermano Acosta conmovido exclamó: “Si eso es un mensaje de Dios, debemos preparar nuestras vidas antes de enseñar a otros lo que deben hacer”.
El pastor Luís Jerez agregó “Hermanos, si este mensaje es de Dios debemos preparar y consagrar nuestras vidas a Dios”.
Luego la imagen cambia y muestra al hermano Cáceres y a los otros hermanos. La misma voz que me habló en las otras visiones me dijo; “Tú has visto a mi siervo, que ha relatado el mensaje que yo le di y ellos hicieron votos de consagrar sus vidas y escribir este mensaje y compartirlo con otros. No lo hicieron. Tú quédate tranquilo y confía en que estos mensajes son verdaderos. No te desanimes”.
Me hizo entender que debía seguir adelante, dar el mensaje hasta que el pueblo de Dios despierte y se prepare.