En la noche del 22 de junio de 2006 recibí una nueva visión concerniente a los mensajes anteriores. Me encontraba durmiendo. Me sentía incómodo y entre sueños escuché que alguien me llamaba par mi nombre. Abrí mis ojos y vi frente a mi cama la silueta de un ser celestial. Al principio su imagen era borrosa pero poco a poco se fue aclarando hasta ver claramente a un ángel. Su aspecto era hermoso y muy esplendoroso. Mi corazón sentía un gozo profundo, pero también al mirarlo sentía una sensación de solemnidad. Con palabras no se puede explicar. Mientras lo miraba el ángel me dijo: ‘Jorge, Jorge, las visiones y los mensajes que te fueran dadas son muy importantes porque hay muchas personas que al escucharlas deberán tomar decisiones concernientes a la eternidad. Los mensajes son para la Unión Chilena, la Universidad Adventista de Chile y para toda la Iglesia, porque el tiempo es corto. El tiempo de gracia pronto terminará. El pueblo esta dormido y el mensaje ha sido dilatado”. Me dijo que mirara hacia arriba y al hacerlo vi una imagen muy grande de un sacerdote ministrando en el Lugar Santísimo del Santuario. Yo veía al sacerdote de espaldas. La escena era muy solemne y el lugar era majestuoso lleno de refulgente luz. Me llamó mucho la atención la ropa del sacerdote, pues tenían los mismos colores que había vista en la cortina de la primera visión. Eran colores entramados entre si: rojo, azul, blanca y el amarillo brillante los unía. Yo veía al sacerdote ministrando de espalda hasta que comenzó a aparecer luz; mucha luz; una luz tan intensa que lo llenaba todo. Solo podía ver al sacerdote. Fue terrible cuando El se dio vuelta y me miró fijamente por un tiempo. Sus ojos eran muy penetrantes. Yo sentía que El conocía toda mi existencia. Sentí que nada podía ocultarle y que sabía todo sobre mí. Mi corazón latía con tanta fuerza como si quisiera salir de mi pecho. Sentía un profundo deseo de llorar. Me sentía perdido. Pero todo cambió cuando al mirarlo nuevamente vi en sus labios una sonrisa hermosa que me transmitió paz; una profunda paz y perdón. Aunque no pronunció palabras sentí que me amaba y que me comprendía.
La imagen se fue diluyendo hasta sentir que estaba despierto: Tenía un sentimiento de angustia pero también mucho gozo por haber visto a mi Jesús y su hermoso rostro lleno de compasión y amor por el hombre perdido.